Con los años setenta llegó una profunda crisis, que en nuestro país habría de ser no sólo económica, como en todas partes, sino también política, al coincidir con la transición de un régimen a otro. La crisis provocó muchos relevos, y uno de los menos necesarios y quizás el menos justo fue el de los maestros de la arquitectura española de los cincuenta y sesenta. Carentes de encargos, demasiado experimentados para no ser vistos con recelo por el nuevo poder y demasiado autodidactas para pactar, se vieron relegados a una arquitectura comercial en recesión...[+]