Las formas escultóricas de Calatrava y Gehry se eligen como ilustración de dos volúmenes que quieren compendiar la arquitectura del pasado siglo. El primero de ellos, obra de D.P Doordan, es un relato articulado en tres periodos cronológicos que presume en su contraportada de abordar todos los grandes temas del XX. El segundo, de M.S Baborsky, asume la tarea de elaborar una serie de fichas de obras, ordenadas alfabéticamente por autores, para «tratar de poner en evidencia las contradicciones inherentes al nacimiento del fenómeno moderno».
Pero como la memoria tiene lagunas y es selectiva, resulta que no es oro todo lo que reluce. Doordan se limita a recoger lo más obvio de España, pero ni en eso atina: hay referencias a Gaudí, Calatrava, Candela, Bohigas y Bofill, a Barcelona 92 y al Guggenheim, pero nada de Moneo. Por su parte, Baborsky ha debido pensar que una obra como la casa Eames no era tan relevante para la comprensión del «fenómeno moderno» como la escuela judía de Zvi Hecker en Berlín. Conclusión: se recomienda vivamente contrastar con otras fuentes.