Arquitectura escrita: una traducción quizá demasiado libre de Architektur wie sie im Büche steht, pero razonable para un experimento universitario híbrido de gentes de Múnich y de Granada. Trabajos de estudiantes que intentan maquetar la utopía y la novela; unos abordan los textos clásicos de la ciudad renacentista para ofrecernos objetos preciosos donde se concreta el pensamiento geométrico y no por ello menos mágico de Moro, Campanella o Filarete. Un pensamiento que intentó sugerir una lógica de orden arquitectónico, moral y económico antes de que la gente se pensara como sociedad. Y otros entran en un terreno más difícil, para sugerir con maquetas libres y a veces muy próximas al experimento escultórico las arquitecturas presentidas más que descritas en novelas y textos recientes. En este segundo quehacer, menos erudito y más poético, se trasluce la admiración de los mentores del experimento por la literatura que, desde Bachelard hasta Calvino, ha encandilado a los arquitectos de la posmodernidad. El cuento, la alusión, el recuerdo y la ambigüedad lírica de textos que reflejan la mirada inteligente del escritor sobre los interiores, los espejos o los laberintos y eluden la razón, que prefieren el realismo mágico al verismo, están muy presentes en los objetos expuestos y sobre todo en el catálogo. Quien quiera un ensayo coral sobre textos que sugieren arquitecturas o arquitecturas que son tratados tendrá en el catálogo de la exposición cumplida satisfacción. Hasta la broma surrealista tiene su lugar en él.

Arquitecturas de la escritura: si parece un planteamiento demasiado artificioso, no está de más recordar que la arquitectura ya pertenecía a los hombres antes de que llegaran el pensamiento escrito y la misma Historia, acumulando experiencias, emociones y memorias. De la literatura que redescubre esas emociones trataba el montaje en las salas del Círculo de Bellas Artes madrileño, oscuras como conviene a tanta obra de, o sobre, papel. Una exquisita presentación en urnas y pedestales confería a muchas de las efímeras piezas un aire sacral, ciertamente feliz para la exposición de algunos libros valiosos y venerables, que se contagiaba a las recreaciones en maqueta de espacios de antiguas utopías y de recientes novelas, como si fueran objets trouvés intemporales.