La dilatada carrera de Gottfried Böhm, premio Pritzker en 1986, se recoge ampliamente en esta antología editada por el DAM de Frankfurt, correspondiente a la exposición de su obra organizada por el museo; una obra más significativa en Alemania que en el contexto internacional y que ilustra la manera germánica de abordar los proyectos de la posguerra y del último cuarto de siglo, con todos sus aciertos, indecisiones y manierismos.
Nieto, hijo y padre de arquitectos, Böhm encarna la continuidad de un estudio de Colonia que ha servido y sobrevivido a todo el siglo XX. Desde la continuidad ha entrado y salido de las tendencias que han marcado la arquitectura alemana, siempre sujeto a una doble tradición de expresionismo y eficacia estructural. Escultor por vocación, dibujante a la antigua y arquitecto ligado a la iglesia, Gottfried Böhm ha perpetuado en una larga serie de templos la saga iniciada por su padre Dominikus, y ha completado una especie de corpus propio de la familia. Entre ambos han llevado a cabo un ancho repertorio de soluciones tipológicas, que comienza con las iglesias de la renovación litúrgica de los años treinta, cuando se encuentra un nuevo simbolismo en la abstracción y en la estilización de la modernidad más agnóstica, continúa en las de posguerra, tiempo de ascetismo y expiación, y llega a las formas espectaculares de la posmodernidad del edificio como objeto visual.
El libro se entretiene en los dibujos que mantienen las técnicas de principios del XX, raro testimonio de una arquitectura voluntariamente retrospectiva. El dibujo al carbón y sanguina sirve a la imaginación de unos edificios entre expresionistas y exhibicionistas, que es la forma posmoderna de ser expresionista. Y probablemente, los mejores edificios son los que parecen salir de estos dibujos.
El libro nos presenta a Böhm como un arquitecto ecléctico, en ensayo permanente, y ello es quizá la mejor lección, junto con la descripción de su larga serie de iglesias. Un arquitecto atento a la moda desde la tradición casi intemporal del estudio familiar, que ensaya el racionalismo, la primera posmodernidad rosa y pop, los concursos de grandes vuelos técnicos y la imagen publicitaria de la posmodernidad madura. Un arquitecto que ha oscilado entre el tanteo de una obra fiel a Mies, como la que hizo para su casa y que denota una afinidad personal, y la institucional, siempre expresionista, a veces escultórica y a veces tecnológica, que mantiene todavía el estudio y que ha sido reconocida como una referencia permanente en Alemania hasta hoy.