Hace muchos años tuve un amigo muy simpático al que, como a mí, le interesaba la arquitectura. Sostenía que para ser buen arquitecto se necesitaba, entre otras cosas, cierta dosis de estupidez. Nunca me pareció una idea descabellada. Ser ligeramente ciego, ligeramente sordo, ligeramente superficial era una buena manera de tener una actitud resolutiva, basada en una práctica sin miedo, en el día a día.
Durante este ejercicio de escribir para arquitectos sobre la arquitectura del futuro, me doy cuenta de que los textos de arquitectos difícilmente cautivan al público general. Poquísimas personas fuera de la disciplina leen textos de arquitectura, mientras que nosotros sí leemos textos de otras profesiones.
A mi parecer, un arquitecto que escribe muy bien y que aconsejaría a todo el mundo leer es Ettore Sottsass, cuyos escritos son como apuntes inspirados «mirando por la ventanilla de un tren». Comparte ideas de viajero, que surgen mirando, basadas en fragmentos de realidad en movimiento, impregnadas de ensoñaciones, de viajes reales e imaginarios… sin miedo a hacer algo estúpido...[+]