Se dijo que el museo había sido el tipo arquitectónico de la década de los ochenta, pero se ha mantenido testarudamente vigente en los años noventa y persevera en el nuevo milenio en variantes infinitas, como una forma de alta cultura pero también como una modalidad extraordinariamente rentable de la industria del entretenimiento de masas. Para mantener su hegemonía los museos han recortado sus propósitos educativos y han ampliado sus instalaciones recreativas: tiendas, cafés y restaurantes que prolongan sus horarios más allá de los que rigen para la visita a las salas. Y además son ahora más que antes instituciones dependientes de los arquitectos y la arquitectura: si se tiene un edificio de firma no parece que hagan falta ni buenas colecciones ni buenos programas...[+]