Hay lugares a los que el destino y la vida nos unen irremediablemente, y una vez y otra estamos abocados a su perenne visita. Así me ha sucedido con la Costa del Sol, en la que, como en un paréntesis, se asientan las ciudades en las que habitaban la familia de mi padre (Málaga), y la de mi madre (Tarifa). Así que a lo largo de la infancia y juventud, y desde la ventanilla de los autobuses de «Portillo», fui viendo su paulatina esfervescencia. De tal modo marcó esto mi estética, que fui consciente de ello ya casi desde el principio. Para mí, la «arquitectura moderna» era la que allí se manifestaba, y no las vetustas casas en las que habitaba mi familia. Aquello me fascinaba…[+]