‘Ars meteorológica’
Naturaleza y arquitectura en la obra de Olafur Eliasson
¿Puede convertirse la arquitectura en una inspiración veraz para el arte? ¿Siguen siendo las artes canteras fructíferas para la arquitectura? Vivimos en una época de contaminaciones figurativas, de préstamos y raptos que no sólo se dan entre las disciplinas que antes quedaban agavilladas bajo el título tranquilizador de ‘mundo del arte’, sino que se extienden a la economía, a la ciencia y también al universo de los objetos cotidianos. Por supuesto, esto no ha sido siempre así, pues a los momentos que sabían conjugar las diferentes prácticas artísticas, sucedían otros en los que, por el contrario, se prefería acentuar lo característico de las disciplinas, levantando muros teóricos entre ellas antes de que el interés apuntase de nuevo a la colaboración entre las artes. Con todo, resulta evidente que el péndulo de esta oscilación estética se demora hoy del lado de la amalgama y la contaminación, según se demuestra en fenómenos tan diversos como la ‘esculturización’ literal de la arquitectura y el proceso paralelo de ‘arquitectonización’ de la escultura, las performances que por doquier se confunden con el espacio urbano, la fotografía devenida sin más pintura (y la pintura, fotografía), e incluso la naturaleza adulterada en las repugnantes obras de Gunther von Hagens o Damien Hirst, casos que, lejos de contarse en la nómina de lo ejemplar, dan cuenta de la mezcolanza entre las artes en su sentido más banal. Pese a ello, la relación entre las disciplinas artísticas puede canalizarse también de otros modos, menos interesados en la simple mímesis y el comercio de formas desde unos campos a otros que en el trabajo multidisciplinario sobre los conceptos y herramientas que las prácticas artísticas comparten entre sí. A esta sensibilidad pertenece la sugerente, celebrada y, todavía abierta obra del polifacético artista danés Olafur Eliasson (1970)...