Rehabilitar con recursos materiales y económicos comunes una vieja casa en un pequeño pueblo de la provincia de Toledo lleva siempre implícita la sospecha de devenir en encargo-tara. Sin embargo, se comprueba una vez más que un lugar tan claramente extracultural admite lo extraordinario con más facilidad que cualquiera de nuestras reguladas ciudades.

Lo primero que sorprende es el protocolo constructivo del proyecto. Todo un proceso de obra complicado, apto solo para espíritus profesionales indomables. No hay rastro alguno de intermediarios improductivos. Tras una operación de higiene material, reali­zada con derribos selectivos, y una limpieza casi ritual mediante un peeling de chorro de arena, la autora se va a convertir en la coordinadora de suministros imposibles y en la coreógrafa de unos albañiles que, bien dirigidos a través de su seductora capacidad docente y mediante órdenes específicas, se elevan a la categoría de artesanos. Es fascinante e insólito observar cómo operarios locales de más de cincuenta años disfrutan con cientos de sofisticados planos de detalles plagados de especificaciones... [+]