En una pequeña localidad manchega situada en los campos de Montiel se plantea el encargo de una piscina municipal; el solar está localizado en los márgenes del pueblo, en un entorno caótico de edificaciones de aspecto provisional o inacabado, y adyacente a una calle de nueva apertura en el lado norte. Hacia el lado sur, el solar linda con un monte cubierto de vegetación autóctona. Nace así el planteamiento de orientar el edificio hacia el paisaje natural, favorecido por ser la dirección que recibe mayor radiación solar (sureste) y buscando la continuidad visual e incluso física con el manto verde que cubre el monte hasta los márgenes de la propia piscina. El edificio evita las vistas hacia el castigado tejido urbano y mira hacia el campo, tratando de situar al bañista en un marco próximo a los parajes de los baños naturales existentes en el medio manchego.

El programa se resuelve bajo un porche en hormigón visto; una tipología apropiada para albergar usos vinculados con la cultura veraniega del baño, donde uno busca la sombra reconfortante tras la continuada exposición solar. El acceso tiene lugar a través de un zaguán profundo y umbrío, elemento de tránsito muy presente en la arquitectura popular. A continuación, las duchas, lavabos e inodoros se disponen como una sucesión de cubos vítreos de forma paralela a la galería y los vestuarios aparecen como fanales de luz, ya que su interior se ilumina a través de una doble piel de vidrio translúcido. Al salir de las cabinas —cuyo tamaño se ha llevado al límite para proporcionar una mayor intimidad— la visión de la piscina queda tamizada por una celosía de redondos de acero que además soporta la losa de hormigón de la cubierta. La disposición aparentemente aleatoria de los redondos obedece a criterios estructurales, como la reducción de la luz de pandeo de estos esbeltos soportes.

El tamiz se integra por el día en la penumbra generada por el porche; por otra parte, su carácter orgánico lo sitúa en diálogo con la naturaleza, rememorando la vegetación propia de los humedales, como el taray o la caña... [+]