A la manera de los bulevares parisinos, la Nationalestraat de Amberes conecta desde finales del siglo XIX el centro de la ciudad con su ensanche sur. En el cruce de esta calle con la Drukkerijstraat se alza la monumental esquina de un edificio construido por Ernest Dieltiens en torno a 1910 y según los patrones estilísticos del momento, que acabó albergando las oficinas de la Compañía de Gas. Profundamente alterado en su interior para albergar talleres durante la década de 1960, este inmueble es hoy la sede del Museo de la Moda, creado a partir del antiguo Museo Textil y del Vestido, cuyos fondos más antiguos son del siglo XVI e incluyen también a grandes diseñadores del momento como Dries van Noten y Martin Margiela. Para asegurar la vitalidad del enclave también se alojan aquí la Academia y el Instituto de la Moda de Flandes.

El principio básico de actuación fue retornar el edificio a su estado original —eliminando los ascensores, las escaleras de emergencia y la planta intermedia que se habían añadido— para recuperar sus cualidades espaciales y la claridad de su estructura. Así, el ritmo de las columnas que soportan la fachada se utilizó como módulo para reorganizar el interior. El patio central triangular se cerró con una montera de vidrio transparente, creando un nuevo espacio público abierto a la ciudad mediante dos galerías. En este atrio se situaron unas escultóricas escaleras que, la vez que comunican toda la actividad del edificio, evocan un sendero montañoso y escarpado con su juego de descansillos, vistas cruzadas, estrechamientos y pasajes.

Actuaciones puntuales y que pasan casi inadvertidas intentar realzar la belleza de lo existente huyendo de las modas y seleccionando los materiales por su durabilidad y nobleza (como se aprecia en el brillo de la madera maciza de merbau que reviste los peldaños y las paredes del atrio). Del mismo modo, en vez de buscar la ligereza o el alarde estructural, la cubierta del atrio se apoya en vigas de gran canto dispuestas con discreta irregularidad... [+]