Considerado normalmente como un mero instrumento productivo, el ordenador ha sido en el proyecto de la iglesia no sólo una herramienta conceptual, sino también el medio que ha permitido su diseño simultáneo desde tres localidades geográficamente muy distantes. Se ha utilizado para ello un software de modelado espacial propio de la industria automovilística, gracias al cual se puede crear un complejo entramado volumétrico: cada elemento singular puede ser modificado individualmente, alterándose automáticamente la estructura sin desvirtuar el conjunto. Simulando las pellas que forman un tejido o un engrudo, esta interrelación entre las partes y el todo fue la idea que vertebró el proyecto a lo largo de su concepción.

La iglesia presbiteriana, lugar de culto de una amplia colonia de inmigrantes coreanos de la ciudad de Nueva York, se sitúa en una tierra baldía del distrito de Queens, sembrada de grandes superficies comerciales y edificios industriales en desuso, y surcada por la red de infraestructuras que comunica Manhattan con Long Island. La construcción informe y fluida generada por el ordenador debía, además de compatibilizar usos de muy diversa índole (un santuario para congregar a 2.500 fieles, una capilla de bodas, 80 aulas lectivas, un centro de salud y una cafetería), adaptarse al edificio sobre el que se levanta, una lavandería de los años treinta, con el que se engarza sin por ello engullirlo. El antiguo acceso se ha convertido ahora en un lienzo lateral, secundario respecto a la nueva fachada de acceso, que se vuelca sobre la plataforma de estacionamiento.

El santuario intenta adaptar elementos litúrgicos compartidos con la fe católica sin recurrir a sus símbolos más evidentes: tanto el altar como el coro se sitúan claramente desviados de posibles ejes de simetría. La sala se asienta sobre la cubierta de la lavandería y se cierra mediante unas costillas que reposan en una estructura independiente que atraviesa el edificio original. Frente al carácter estanco de este espacio y del de la capilla, las circulaciones se organizan mediante unos ‘tubos’ que surcan el edificio entre sus tres fachadas principales y que se entrelazan entre sí. Un tercer tubo, al horadar la fachada norte y descender hacia el estacionamiento, toma la forma del caparazón de un armadillo, a través de cuyos pliegues se divisa el perfil lejano de Manhattan.

Es en la colisión de estas múltiples geometrías y sus tratamientos —la fibra de vidrio, el panel de acero, la escayola o el terrazo— donde el proyecto abandona la fase amorfa de su generación digital, toma conciencia de su carácter material y presenta toda la complejidad de su construcción.[+]


Obra
Iglesia Presbiteriana Coreana en Sunnyside, Queens, Nueva York. 

Cliente
New York Presbiterian Church, Long Island City. 

Arquitectos
Douglas Garofalo Architects (Chicago), Greg Lynn FORM (Venice), Michael McInturf Architects (Cincinnati); P. Anzalone, G. Pasquarelli (supervisión obra); D. Behnfeldt, D. Cantwell, R. Garber, C. Goode, E. Grimes, D. Hearn, K. Holden, M. Jogan, S. Rapanos, M. K. Whang (equipo de diseño). 

Colaboradores
FLT Happold (estructura); Lazlo Bodak Eng. (instalaciones). 

Contratista
Bethel Constructions. 

Fotos
Jan Staller.