La sede de la compañía DKV en la Stresemannstrasse de Berlín está compuesta por edificios antiguos y nuevos que forman un conjunto relativamente cerrado, en el que todavía se aprecian algunas huellas de los bombardeos sobre la ciudad durante la II Guerra Mundial. El más moderno de estos edificios, de siete plantas y diseñado por Alsop y Störmer, se eleva sobre un garaje de dos niveles que se extiende bajo la superficie del patio que le sirve como cubierta. Se trata de una configuración típicamente urbana donde coinciden varios usos, ya que a través del patio se accede tanto al garaje como al edificio, y ese mismo ámbito sirve como área de descarga y conexión entre las distintas partes.

El objetivo principal en el tratamiento de este entorno ha sido acentuar la interacción entre las superficies horizontales y verticales, entre los distintos ángulos y líneas, diseñando una ‘quinta fachada’. El suelo es el nivel que sirve de escenario a la mayoría de las actividades humanas. En muchos momentos de la historia —en el Neolítico, en las culturas precolombinas y también en el Barroco— las superficies no sólo sirven como soporte, sino que son en sí mismas objetos de diseño.

Para desarrollar todo el potencial del patio y aledaños se optó por el asfalto como base, sobre la que se aplicó una decoración ‘artística’ inspirada en las señales de tráfico y en tres colores, rojo, amarillo y blanco, trasladando la iconografía del código de circulación a un nuevo contexto para que adquiera un nuevo significado. El mural en la fachada del edificio más reciente también sirvió como patrón general de diseño. Para enfatizar los encuentros entre superficies y niveles, produciendo un efecto de espejo con las construcciones circundantes, esta decoración se extiende hasta el garaje. Una banda de hormigón muestra a los visitantes el camino hacia la nueva sede administrativa y atraviesa el patio hacia el resto de los edificios. Donde los coches la cruzan camino del garaje, el paso de cebra es el único signo que no está descontextualizado…[+]