Ubicada en el distrito financiero de la capital económica de China, la tienda JINS se ha concebido como un gran vacío libre de servidumbres estructurales que hace posible tanto la circulación adecuada de los clientes como la presentación escenográfica y a la vez flexible de los productos en venta. Este gran vacío central queda colonizado con cinco mesas expositoras que se han dipuesto, de una manera inquietante, en voladizo, y cuya longitud máxima es de doce metros: un gesto esructural que se explica por el hecho de que las mesas funcionen, en realidad, como grandes vigas pretensadas de hormigón armado. El canto de estas mesas-vigas se ha reducido al máximo —hasta los 25 centímetros—, de tal manera que bajo ellas quede un vacío que refuerce la sensación general de ligereza que resulta característica de la tienda. Dispuestos en las bandas paralelas de los expositores-viga, los productos se colocan formando rigurosas series minimalistas.