La ampliación del Museo Nacional de Bellas Artes de Quebec se sitúa entre otros tres edificios existentes, ya pertenecientes a la institución, y que forman un conjunto complejo en el borde de un parque. El proyecto trata de establecer nuevas relaciones entre las áreas verdes y las calles adyacentes, además de solucionar muchas de las contradicciones del lugar. El edificio se forma a partir del apilamiento de los tres espacios de galerías requeridos: la sala de exposiciones temporales (50x50 m), la de arte moderno y contemporáneo (45x35 m) y la galería de diseño y arte indígena Inuit (42,5x25 m). Los volúmenes se disponen de forma escalonada, de manera que en planta baja se crea un gran espacio de acogida hacia la ciudad, cubierto por el voladizo de veinte metros de las cajas superiores. Así, la ampliación respeta la iglesia colindante de Saint Dominique e impone, simultáneamente, una fuerte presencia hacia la avenida de acceso; por otro lado, en la fachada opuesta se crea un frente aterrazado que complementa las salas con superficies exteriores volcadas hacia el parque, extendiendo este hacia el museo. El nuevo edificio del museo se conecta con los existentes a través de una galería-pasadizo que recorre el conjunto con una sección variable y cambios de cota, creando una visita más dinámica por las instalaciones.