Jardín botánico, Cornualles
Grimshaw Architects 

Jardín botánico, Cornualles

Grimshaw Architects 


Colin Davies

Nidos de abeja, ojos de mosca, huevas de rana, saliva de cuco: elija su analogía orgánica. Construidas para contener especies biológicas, las biocúpulas del Proyecto Edén parecen en sí mismas especies biológicas, algún tipo de hongo venido del espacio exterior brotando extrañamente en esta agotada cantera de extracción de arcilla para la fabricación de porcelana en Cornualles. El diseño parece inspirarse en imágenes de la naturaleza y/o de la ciencia ficción, pero a pesar de que muchos de lo edificios de Grimshaw están de hecho sugeridos por estas imágenes, aquí la impresión es engañosa. La inspiración no parte tanto del aspecto que ofrece la naturaleza sino de cómo opera, de sus procesos y estructuras. El hecho de que el Proyecto Edén sea un ready-made escenográfico para la película Quatermass and the Pit ha resultado útil a efectos publicitarios, pero ello es más una consecuencia que un punto de arranque del proyecto.

Los invernaderos debían situarse al pie de la excavación, en la vertiente soleada del lado norte de la cantera. La primera idea que se barajó consistía en una estructura lineal, similar a la terminal internacional del propio Grimshaw en Waterloo (véase Arquitectura Viva 35). Sin embargo, esta opción planteaba varios problemas: en el perfil tridimensional del emplazamiento —mucho más complicado que el de la estación— resultaba difícil emplear componentes económicos y estandarizados. Para complicar las cosas, la orografía estuvo en continuo cambio durante la redacción del proyecto porque la cantera continuaba explotándose. Por otra parte, una estructura abovedada de gran luz habría sido excesivamente pesada, voluminosa y complicada de introducir en este espacio; y también habría arrojado sombras no deseadas sobre las plantas del interior. Una alternativa más prometedora era emplear la ligera y económica cúpula geodésica, pero no era posible subdivir su planta en diferentes zonas. La idea de construir un grupo de pequeñas cúpulas intersecadas tardó en surgir, pero resolvió todos los problemas e hizo posible el proyecto.

El conjunto funciona de la siguiente manera: se toma una fila de esferas de diferente tamaño, hechas con hexágonos y pentágonos planos, como un balón de fútbol, y se incrustan unas en otras, formando círculos perfectos en las intersecciones. A continuación se incrusta todo en el emplazamiento, en el ángulo entre el acantilado y el fondo de la cantera. Los círculos se convierten en arcos, y los hexágonos y pentágonos se desplazan lo suficiente como para permitir su adaptación a la topografía. Los componentes de la estructura, en su mayor parte tubos de acero con articulaciones esféricas, son idénticos en todas las cúpulas y tienen un tamaño suficientemente pequeño como para permitir una cómoda manipulación. No se trata de cúpulas convencionales porque muestran su comportamiento estructural a tracción y a compresión. La retícula exterior que trabaja a compresión está vinculada mediante tetraedros a una malla interior con un funcionamiento a tracción. Esta doble retícula es necesaria porque el entramado de arcos metálicos rompe la continuidad de la estructura. Por la misma razón, las cúpulas no eran autoportantes durante su erección, sino que debieron montarse con ayuda de una cimbra cuyo tamaño era tal que quedó registrada en el famoso Libro Guiness de los récords. Esto supone una pequeña decepción para los tecnoorganicistas en la estela de Richard Buckminster Fuller —la naturaleza no utiliza andamiajes —, pero una vez finalizada, la estructura no tiene nada de pesado o torpe. La malla geodésica guarda proporción con el tamaño de cada cúpula y, excepto en la más pequeña, donde adquiere mayor densidad, el efecto es asombrosamente ligero para tan grandes luces. Dicha malla se adapta específicamente en sus encuentros con los arcos, creando formas de geometría irregular. Y aunque esto puede parecer una inconsistencia arquitectónica preocupante, es exactamente lo que sucede cuando, por ejemplo, el entramado hexagonal de venas del ala de una libélula llega a uno de sus bordes.

La ‘venustas’ eficiente

Los hexágonos mayores tienen 11 metros de anchura y resultan por tanto imposibles de cubrir con una única hoja de vidrio, más aún en el caso de necesitar doble acristalamiento. La ligereza de la malla estructural es posible gracias al empleo de un nuevo material de alta tecnología, el ETFE o etil-tetrafluoruro-etileno. Esta película transparente, ligera y flexible forma almohadas de triple membrana que se inflan por una sobrepresión constante del aire interior. Al ser modelados y ajustados in situ, los colchones de ETFE pudieron adaptarse fácilmente a las variaciones geométricas sin necesidad de alterar el calendario previsto o en los planes de producción. Las biocúpulas son estructuras bellas porque son eficientes, un tipo de belleza frecuente en la naturaleza pero excepcional en la arquitectura. Como sus modestos parientes hortofrutícolas, estos invernaderos son sobre todo prácticos. Por ejemplo, la red de tubos de aireación se adhiere a la estructural de acero abiertamente. El sistema de calefacción y ventilación consta de una serie de dispositivos perimetrales exentos alojados en cajas metálicas; y sus conductos perforan la piel de las cúpulas. Tan sencillo mecanismo es fácilmente aceptable, a pesar de que las lamas industriales de vidrio que necesitan los conductos resultan algo torpes, y su tenaz linealidad se enfrenta con la fluidez de la malla geodésica.

Pero una vez dentro de las enormes burbujas de la biocúpula del Trópico húmedo, estos detalles resultan insignificantes. Un serpenteante camino de grava asciende a través de lo que algún día será un denso bosque — la plantación es aún joven— hasta una gran cascada. A pesar de que difícilmente puede tenerse la impresión de estar en un auténtica selva tropical, la esperiencia espacial resulta única, y ciertamente más próxima a la naturaleza que a la arquitectura. La escala del recinto, el término biocúpula y el propio nombre, Proyecto Edén, invitan a imaginar un ecosistema completo, o al menos una aproximación al mismo, aunque enseguida se hace patente que se trata de un jardín botánico, la Palm House de los Kew Gardens fuera de escala. No hay otros animales que los visitantes. La contigua biocúpula templada es más pequeña y cómoda, no sólo porque el ambiente es relativamente fresco y seco, sino porque su escala es suficientemente próxima. Aunque la tecnología empleada es exactamente la misma, resulta más humana y más arquitectónica.

En las primeras versiones del proyecto, los accesos a los recintos quedaban albergados bajo una cadena de pequeñas burbujas. Esta opción se reveló excesivamente costosa y recargada, pero era difícil imaginar un edificio convencional cuyo aspecto encajara bien entre las cúpulas. La respuesta fue enterrar esa parte del programa, que quedó reducida a unos planos simples, un techo curvo cubierto de hierba, un muro cortina de vidrio y un puente de entrada que conduce directamente a un espacio que se asoma sobre los restaurantes.

En el extremo opuesto de la cantera, otro edificio curvo y lineal conforma una cima artificial. Los visitantes llegan a la parte trasera de este edificio desde la cascada de aparcamientos, pagan su entrada y emergen en una plataforma con sus cámaras preparadas para captar la primera impresión. Desde aquí se desciende hasta el puente de acceso a través la ‘cúpula descubierta’, un teatro al aire libre ricamente cultivado. Comparadas con las biocúpulas, que expresan una convincente lógica ingenieril, las construcciones secundarias tienen una apariencia esquemática y artificial. Por ejemplo, el edificio de recepción— con tiendas, cafeterías y oficinas— , es elegante y está bien pensado, pero el uso en él de materiales tales como guijarros o tierra compactada extraída de la cantera es más bien un guiño a la construcción ecológica que algo auténtico.

Pero el Proyecto Edén no es una exposición de arquitectura, es un escenario en el que se representa la relación del hombre con el reino vegetal. Los especímenes de plantas son magníficos, la ordenación paisajística de los jardines es seductora e imaginativa, y la escala del conjunto corta la respiración. Las multitudes de visitantes que este recinto recibe olvidan rápidamente el delicado entramado que se encuentra muy por encima de sus cabezas. Han venido a ver las plantas, no el invernadero...[+]


Cliente Client
The Eden Project

Arquitectos Architects
Nicholas Grimshaw

Colaboradores Collaborators
A. Whalley, J. Brevis, J. Ahmed, V Bartulovic, D. Boston, C. Brieger, A. Bulthaup, V Chang,A. Davis, F. Eckardt, A. Haw, P. Hooper, B. Horgan, O. Konrath, A. Kovacic, Q. Lake, R. Morrell, T. Narey, M. Niggemeyer, K. O’Sullivan, D. Penn, M. Pimie, J. Hermida, M. Salman, T. Ling; Anthony Hunt (estructura structure); Land Use (paisajismo landscape); Ove Arup (instalaciones mechanical)

Fotos Photos
View Pictures, Richard Kalina