Dedicado al mar y al surf, este museo ubicado junto a la costa es el resultado de combinar dos geometrías opuestas y, a la vez, complementarias, la cóncava y la convexa. Ambas se vinculan a sendas metáforas: mientras que lo cóncavo sugiere la imagen de estar ‘bajo el cielo’ y define los espacios exteriores, lo convexo, delineado en el techo, expresa la idea de situarse ‘bajo el mar’ y caracteriza a las salas expositivas. Concavidad y convexidad son así el haz y el envés de una estructura topográfica construida con hormigón blanco y cuya cubierta se extiende hasta el paisaje tras generar una plaza que sirve para la celebración de eventos al aire libre. Descollando de la cornisa sinuosa del edificio emergen dos volúmenes que contrastan con el zócalo tanto por su geometría como por su materialidad. Se trata de volúmenes facetados y completamente vidriados, que albergan un restaurante y un quiosco para surfistas. Son como ‘rocas de cristal’ que resuenan visualmente con dos grandes rocas posadas sobre la playa y perceptibles desde la cubierta.