En el campamento de refugiados rohinyás número 18 de Ukhiya, en la región bangladesí de Chittagong, se sitúa este centro concebido para que los miembros de diferentes generaciones de este grupo étnico musulmán de Myanmar —que sufrió la violencia genocida de las autoridades birmanas— intercambien conocimientos, reconectando la memoria individual y colectiva para preservar su patrimonio cultural. Con 500 metros cuadrados construidos, el conjunto emerge en una colina para albergar un centro de aprendizaje, un auditorio al aire libre, talleres y una sala de exposiciones. Las cuatro cubiertas envueltas con hojas de palmera nipa (material común en la construcción de las casas de los rohinyás) están diseñadas para recolectar el agua de lluvia y permitir el acceso de luz en los interiores. Los artesanos rohinyás compartieron técnicas que ayudaron a dar un enfoque apropiado al proyecto, incluyendo sus experiencias en el tejido del bambú. Dado el carácter temporal del campamento, la construcción está concebida para garantizar la flexibilidad con elementos como las columnas prefabricadas, fácilmente desmontables.

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