El día de Navidad de 2011 la cabaña original de Tungestølen, que había servido durante más de un siglo como destino para los excursionistas que visitaban el glaciar de Jostedal, fue completamente devastada por el ciclón Dagmar que arrasó Noruega y los países vecinos. Luster Turlag, una sucursal de la Asociación Nacional Noruega de Senderismo, y el ayuntamiento de la localidad de Veitastrond se movilizaron entonces para recaudar fondos e impulsar un concurso internacional de arquitectura para su reconstrucción. La propuesta elegida sugería la construcción de un conjunto de nueve cabañas sobre la meseta del emplazamiento original. Diseñadas para hacer frente a las condiciones climáticas cambiantes del lugar, las cabañas ofrecen a los visitantes un refugio cómodo y generoso durante el verano y el otoño, los meses en los que el complejo permanece abierto al público. De sección pentagonal, las construcciones se levantaron con marcos de madera laminada, cubiertas con paneles de CLT y se revistieron con lamas de pino mineral. La cabina principal ofrece un espacio para comidas grupales alrededor de generosas mesas de madera, mientras que las restantes albergan dormitorios colectivos y una unidad privada más pequeña, capaces de alojar hasta treinta visitantes.