En la reserva indígena de Tayutic de Grano de Oro, en plena selva de Cartago y en el corazón de Costa Rica, se levanta este edificio de construcción ligera, cuyo contacto mínimo con el suelo es un gesto de respeto que la comunidad indígena ofrece a la tierra. El conjunto no es sólo un centro de formación y cobijo, puesto que también funciona como una infraestructura que potencia la red de senderos que comunica a los poblados entre sí, y por eso se asienta en un lugar estratégico y se complementa con un conjunto de puentes de madera que facilitan el acceso.

Los dos pabellones de madera, de doble altura y comunicados mediante una pasarela, ofrecen a la población todas aquellas dotaciones que son necesarias para un centro de capacitación contemporáneo, como una sala informática, una biblioteca, estancias polivalentes, una cocina y oficinas. En el primer pabellón, un altillo que se asoma a los espacios de trabajo ofrece alojamiento a quien lo necesite.

Concebido como un lugar en el que personas de distintas aldeas se pueden reunir para crear proyectos comunitarios, el proyecto no podía haber sido diseñado sino colectivamente, de manera que se respondiese con rigor a las necesidades de los futuros usuarios mediante un espacio confortable, permeable, ventilado, en contacto directo con el entorno y que incorpora zonas verdes y huertas.