Enredados con microhistorias, añoramos los grandes relatos. La Escuela de los Annales nos enseñó a percibir la longue durée histórica bajo el prisma de la geografía y la economía, y quizá no hay mejor expresión de su método que La Méditerranée et le Monde méditerranéen à l’époque de Philippe II, publicado por Ferdinand Braudel en 1949; y en el ámbito anglosajón es un buen ejemplo The Rise of the West, aparecido en 1963, donde William H. McNeill trazó un gran fresco del ascenso de Occidente desde la óptica de la fertilización cultural: dos grandes historias que influyeron en la segunda mitad del siglo XX como las de Oswald Spengler o Arnold Toynbee lo habían hecho durante la primera. Pero los compases iniciales de nuestro siglo han conocido una fértil multiplicación de historias globales, que han cristalizado en los términos deep history y big history; la ‘historia profunda’ extiende el relato, más allá de las fuentes escritas, hasta la aparición del Homo sapiens sobre el planeta, usando las herramientas de la arqueología o la antropología; y la ‘gran historia’ va aún más lejos, remontándose al big bang y a las primeras manifestaciones de la vida en la Tierra.
Esta historia transversal se ha beneficiado del trabajo de especialistas en campos colindantes, como el geógrafo y biólogo Jared Diamond, que con el extraordinariamente popular Guns, Germs, and Steel inició en 1997 una estupenda trilogía sobre la influencia del territorio y el medio ambiente en el devenir histórico que tras Collapse en 2005 se ha completado con Upheaval en 2019; como el genetista Luigi Cavalli-Sforza, que en el admirable Genes, Peoples and Languages de 2000 expuso para el público general sus hallazgos sobre el árbol evolutivo de la especie humana; o como el arqueólogo Ian Morris, que en Why the West Rules – For Now de 2010 compara el desarrollo civilizatorio durante los últimos 15.000 años con herramientas estadísticas que otorgan el protagonismo a la geografía física. Al cabo, estas historias globales convierten a sus autores en lo que los anglosajones denominan ‘public intellectuals’, como es el caso de los británicos Felipe Fernández-Armesto, que con Civilizations en 2000 y The World. A History en 2006, ha explicado el desarrollo histórico como producto del clima y la ecología; o Niall Ferguson, que con su obra de 2011 Civilizations: The West and the Rest entró en diálogo con McNeill, pero también con los politólogos Francis Fukuyama y Samuel H. Huntington (que entre sí habían ya polemizado, porque a The End of History del primero en 1992 respondió el segundo con The Clash of Civilizations en 1996), y con The Square and the Tower de 2018 ha ofrecido una sugestiva interpretación de la historia en términos del conflicto entre las redes sociales horizontales y la jerarquía vertical del poder.
El éxito extraordinario de Sapiens, publicado en 2014 por Yuval Noah Harari —con sus secuelas menos afortunadas de Homo Deus en 2016 y 21 Lessons for the 21st Century en 2018— ha evidenciado el interés público por esa ‘historia profunda’ preconizada por Daniel Lord Smail, que en 2008 la vinculó con el desarrollo del cerebro y las neurociencias a través de On Deep History and the Brain (un tema que Fernández-Armesto ha extendido en 2019 a la historia de las ideas con su Out of Our Minds, un libro tan erudito como ameno que explica elocuentemente la influencia de la imaginación en nuestra evolución desde los homínidos, cuyo ‘canibalismo moral’ identifica como la primera manifestación de pensamiento); y por la ‘gran historia’ que tiene su mejor representante en David Christian, que con Origin Story. A Big History of Everything ha trazado en 2018 una historia abreviada del universo que propone como un relato compartido de nuestros orígenes, basado en el conocimiento científico, y apropiado para un mundo global donde, desvanecidas las creencias religiosas, sólo los nacionalismos que dividen a la humanidad parecen ofrecer un sentido de pertenencia: una historia que pueda enseñarse «en Buenos Aires o en Pekín, en Lagos o en Londres», y que con el apoyo entusiasta de Bill Gates se imparte ya en miles de escuelas de todo el mundo.
Dejando aparte los temas cosmológicos y la aparición de la biosfera, la última parte de la ‘gran historia’ coincide con la más extendida ‘historia profunda’, y casi todos los autores coinciden en dividir la aventura humana en tres grandes capítulos, el de los cazadores recolectores, el de la agricultura y el de los combustibles fósiles, diferenciados por el modo de obtener energía, en forma de alimento o como combustible. Así lo hace Christian, y también, por ejemplo, Ian Morris, que en Foragers, Farmers and Fossil Fuels, aparecido en 2015 y reseñado en marzo de 2016 en Arquitectura Viva 182, lleva esta periodización a su título, para explicar cómo evolucionaron los valores humanos, en diálogo con Diamond o con Acemoglu y Robinson, cuyo Why Nations Fail apareció en 2012.
Menos previsible, y acaso por ello más estimulante, es la historia profunda de los estados primitivos que ha publicado en 2017 el politólogo James C. Scott, que con el polisémico título Against the Grain —y usando la investigación última en los campos de la prehistoria, la arqueología, la historia antigua y la antropología— ofrece un relato inédito del pasado de nuestra especie. Del fuego humano como arquitecto del paisaje al domus (que incluye campos cultivados, almacenes y animales domésticos) como esencial módulo evolutivo, Scott pone en cuestión que el sedentarismo agrario fuese superior al nomadismo recolector, asegura que la calidad de vida de los ‘bárbaros’ —allá donde no llegan el grano y el recaudador de impuestos— era mejor que la de las comunidades ‘civilizadas’, y socava eficazmente la narración convencional que asocia el progreso al surgimiento de los primeros grandes reinos agrarios. Esta nueva visión de la revolución neolítica —calificada malévolamente por algún comentarista como ‘un Sapiens para gente inteligente’— muestra bien el precio que hubo de pagarse por el orden político, y es quizá el más esclarecedor y deslumbrante de todos los libros mencionados: si buscan una gran historia, aquí la tienen.