Pocos arquitectos han gozado de tan buena acogida editorial como Miguel Fisac. A las publicaciones especializadas se sumaron los muchos artículos que tuvo ocasión de firmar para la prensa generalista y las monografías que proliferaron al final de su vida, especialmente después del derribo de los laboratorios Jorba. Y cuando parecía que poco se podía añadir a lo ya publicado, tres nuevos libros amplían ahora este repertorio.
Dos monografías temáticas acompañan ahora a las obras completas publicadas por Francisco Arqués, por Andrés Cánovas a propósito de la Medalla de Oro de la Arquitectura en 1994, y por Ricardo Sánchez Lampreave tras el Premio Nacional de Arquitectura en 2002. Los nuevos volúmenes están dedicados a la vivienda y a la arquitectura religiosa, y complementan los centrados en el mobiliario, la fotografía y las sedes para la investigación y la industria con los que la Fundación Fisac y su presidente, Diego Peris, se han propuesto difundir el archivo que adquirió la demarcación en Ciudad Real del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha en 2005.
Frente a estas compilaciones apegadas a la realidad documental, otro libro —titulado de forma intencionadamente equívoca Obra completa— propone una lectura lúdica y absolutamente personal de una selección de sus proyectos. Su autor, David García-Manzanares, escrutina cada edificio a través de personajes tomados del cine, la música o la ciencia, que arrojan una mirada impredecible allí donde la disciplina ya agotó sus herramientas. Así, se sirve del descubridor de la bacteria causante de la úlcera estomacal, Barry Marshall, para demostrar la naturaleza autoexperimental de la casa Fisac o utiliza las escenografías trucadas empleadas por Billy Wilder en El apartamento para explicar las perspectivas manipuladas de la iglesia de la Coronación de Vitoria. A través de veinte ficciones y un alegato desesperado por la Casa de la Cultura de Ciudad Real, el autor expresa su amor por la obra del arquitecto manchego y arrastra al lector hacia visiones más ricas y oníricas de las realidades conocidas. No se pierdan esta ocasión de revisitar la arquitectura de Fisac desde la ficción (y el humor).
