Cuatro años después, los quince pequeños libros que constituían el catálogo de la Bienal veneciana dirigida por Koolhaas se reeditan en un solo volumen de mayor formato y colosal grosor, un empeño titánico que sin duda evocará el mítico S,M,L,XL de 1995. La diseñadora Irma Boom ha hecho más manejable la obra partiendo el lomo en dos mitades que facilitan la apertura, y llevando extravagantemente a la charnela las 186 páginas de introducción e índices que ahora se añaden, de suerte que la nota de presentación de James Westcott y Stephan Petermann, ‘Para sobrevivir a este libro’, se sitúa en el centro del volumen, lo mismo que los índices general y alfabético o los textos y reportajes fotográficos nuevos. En todo caso, las 2.242 páginas que forman el grueso de la obra son, con mínimas variaciones, las publicadas en 2014, de manera que no es necesario reiterar lo que se escribió entonces (‘Koolhaas y los elementos’, Arquitectura Viva 164), recordando únicamente que las quince compilaciones de información histórica y contemporánea «no suponen un retorno a la enseñanza académica, sino a la contracultura de los años setenta».
En esa contracultura nos formamos muchos, y de hecho el libro de Koolhaas —como en su día la exposición— cita in extenso y reproduce la portada de Fire and Memory, un texto que en 1982 formó parte de mi tesis doctoral, pero que no se publicaría hasta 1991 en Alianza y en 2000 en MIT Press. Pero habiendo sido profesor de Elementos de Composición —asignatura de introducción a Proyectos —, es inevitable que prestara atención al conjunto de ellos en la docencia, y fruto de esta dedicación fueron numerosas publicaciones, entre las cuales AV 12 (1987) ‘Casa, cuerpo, crisis’ y AV 14 (1988) ‘El espacio privado’, donde se ensayó un diccionario de elementos que acabaría cristalizando en la exposición de 1990 ‘El espacio privado. Cinco siglos en veinte palabras’, preparada —lo mismo que su catálogo— durante una estancia en el Getty Institute for Arts and Humanities el año anterior, inaugurada por el entonces Ministro de Cultura Jorge Semprún y que llegó a tener 100.000 visitantes.
La exposición, con casi un centenar de lienzos, de El Greco o Murillo hasta Picasso, y el catálogo, con textos históricos y artículos de autores como Muñoz Molina o Valente, orquestaban los elementos desde una óptica artística y literaria, pero la dimensión específicamente arquitectónica se recuperaría en Arquitectura Viva 23 (1992) ‘El cuerpo doméstico’, permaneciendo después en hibernación hasta Arquitectura Viva 169 (2014) ‘Elements’, que celebraba el treinta aniversario de la revista publicando en dos idiomas y con ilustraciones nuevas un texto de 1984 que proponía trasladar la arquitectura del sistema al fragmento con la exploración de 32 elementos. Los editores del volumen de Koolhaas cierran su presentación aventurando que quizá «las partes de la arquitectura son más valiosas que el conjunto», pero no es seguro que la renuncia al sistema conduzca a menospreciar el conjunto, ni tampoco que esta enciclopedia azarosa llegue a tener la influencia intelectual y estética de la obra realizada hace más de dos décadas con Bruce Mau.