La arquitectura española de posguerra conoció episodios que brillaron por encima de unas circunstancias adversas en lo político, en lo económico y en lo cultural, y muchos de ellos se produjeron en el ámbito del alojamiento social. Este libro editado por la Fundación del Colegio de Arquitectos de Madrid recrea uno de esos episodios: un concurso convocado por el Instituto Nacional de la Vivienda y celebrado a finales de 1956, al que los arquitectos debían acudir formando equipos con empresas constructoras para diseñar y construir una serie de prototipos de vivienda que fomentasen la racionalización constructiva de la mano de la industria.
Carlos Sambricio encabeza el nutrido grupo de articulistas que analizan distintos aspectos de la realidad del momento (desde el marco económico a la comparación con otras experiencias foráneas) en la primera parte del volumen; la segunda es el propio concurso, del que se publican las bases, la resolución y 22 proyectos con imágenes de su estado actual. Todos los autores coinciden en que este concurso no fue tan importante por las propuestas que de él surgieron, sino porque reveló un cambio de mentalidad a la hora de proyectar la vivienda social y fomentó el recambio generacional que protagonizarían, entre otros, algunos jóvenes participantes en el concurso: Oíza, Fisac, Cubillo o Romany. Es una pena que el resultado de este esfuerzo de recuperación de un fragmento de nuestra memoria reciente se vea devaluado por la falta de cuidado editorial. La reproducción de las fotos de época es de una calidad ínfima y hay errores de bulto incomprensibles, como el que, en el índice y los títulos de crédito, apocopa el nombre de José Luis Romany, ganador del concurso, dejándolo en un irreconocible José Romay.