Libros 

Una novela técnica

Designing in Remote

Luis Lope de Toledo 
01/07/2025


¿Qué ocurre cuando un arquitecto se impone la tarea de no aparecer por obra, de diseñar sin un proyecto previo y de comunicarse solo por WhatsApp con la persona que va a construir? En ¡Oh, Susana!, Manuel Ocaña transforma lo que podría haber sido una anécdota menor —reconvertir una pocilga en una sala de reuniones familiares— en una reflexión profunda, conmovedora y nada complaciente sobre la arquitectura, el oficio y sus propios límites.

El libro se lee como un cuaderno de bitácora personal, pero también como un ensayo fragmentado sobre cómo proyectar es narrar, y sobre cómo cada decisión técnica es, en el fondo, una decisión vital. A través de referencias que saltan de San Baudelio de Berlanga al CopenHill o de Marina Abramović a Lars von Trier, Ocaña construye un universo en el que todo tiene cabida: intuiciones, memoria, contradicciones, obsesiones y aprendizaje. Porque en un pequeño pueblo de la provincia de Salamanca no solo se reconfigura una estancia con materiales comprados a quince minutos en coche. Allí se construye, también, otra forma de hacer arquitectura.

Susana es la gran protagonista de la narración. Una guardesa que, sin ser una experta, se convierte en una técnica para levantar el espacio que Ocaña imagina y que, sin ella saberlo, lo obliga a abandonar su destino académico. Mientras Susana se convierte en constructora, el arquitecto lo hace en narrador, un observador del proceso que, en cierta medida, escapa a su control y por eso, quizás, es más verdadero.

La novela no es solo un manual sobre cómo abordar un proyecto. Es también una crítica velada a las formas habituales de ejercer la arquitectura y una celebración del error, de la improvisación y de las diferentes maneras de observar y mirar. Porque a veces, los límites autoimpuestos no son más que excusas para descubrir otra forma de hacer las cosas. Y de contarlas.


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