El renovado interés por el brutalismo setenta años después de su nacimiento se manifiesta tanto en la creciente defensa del patrimonio adscrito a esta corriente —que tiene su origen en el Movimiento Moderno con Le Corbusier y el uso del béton brut—, como en la recuperación de sus principios compositivos —el material como protagonista, la renuncia al ornamento y el uso de geometrías rotundas y escalas monumentales—, aunque no tanto en la revisión de su trasfondo utópico y su voluntad de transformación social. El libro Un Mundo Brutal ofrece una amplia visión de esta arquitectura a través de la recopilación de 300 proyectos construidos desde principios del siglo XX en 70 países... [+]