Con los ‘non fungible tokens’ (bienes infungibles) se expande el mercado para el uso de criptomonedas, pero también nace una posible vía innovadora de ingresos para los artistas y un nuevo coleccionismo de arte basado en conceptos.
El 21 de marzo de 2006, Jack Dorsey, por entonces un veinteañero de Misuri que acababa de fundar Twitter, tecleó el primer tuit de la historia: “Just setting up my twttr”, es decir, “configurando mi twttr” (así se llamaba entonces la red social). A aquel mensaje le siguieron miles de millones más. Twitter creció y creció. Y entonces alguien pensó que ese tuit podía ser una obra de arte. O, mejor, algún tipo de pieza de coleccionismo que nadie iba a poder tocar, pero que de todas formas podía poseer. Lo lanzó a subasta. Y ya hay alguien dispuesto a pagar por la cosa, la frase, al menos 2,5 millones de dólares. No, no es un cuadro, pero, dicen, puede lucir como tal...
El País: ¿Puede un tuit ser una obra de arte?