Perfiles pétreos

Construyendo con piedra

31/03/2020


Harquitectes, Casa 1413, Ullastret (Gerona)

La piedra se asocia con el origen de la arquitectura. Como sugieren los dólmenes y las pirámides, hizo posible el deseo que las primeras civilizaciones humanas tuvieron de perdurar, y, por tanto, estuvo ligada desde el principio a los edificios dedicados al poder y a la religión. Esta historia ancestral hizo de la piedra un material difícil de ‘digerir’ para los modernos, que la vieron como una rémora del pasado que podía y debía sustituirse por la colección de ‘materiales del presente y el futuro’: el acero y, sobre todo, el hormigón armado. De modo que la piedra vivió probablemente su periodo más oscuro durante el siglo XX, cuando desempeñó papeles secundarios como revestimiento de suelos, paredes y fachadas, en el mejor de los casos.

Con todo, la piedra ha conseguido salir del limbo durante las últimas décadas, no sólo porque las nuevas generaciones de arquitectos hayan reconocido su valor estético y sus prestaciones, sino también porque la tecnología ha propiciado nuevos modos de trabajar con este añejo material. Entre las innovaciones, es probable que la más importante, por su influencia, haya sido la incorporación de la piedra natural a las fachadas ventiladas; un hecho al que ha contribuido, en gran medida, el desarrollo de técnicas de procesado de la piedra que hacen posible acabados, despieces y espesores antes muy difíciles o impensables. En efecto, la maquinaria permite hoy cortar fácilmente y con precisión cualquier tipo de piedra, reducir los espesores al máximo y dotar a las piezas de casi todo tipo de texturas y mecanizados. Una fachada o envoltura de piedra puede ser, así, prácticamente cualquier cosa: desde un paño ciego y continuo donde apenas se adivinan las juntas hasta una celosía muy ligera y permeable. Además, esa misma envoltura puede estar hecha de piezas completamente iguales o bien —y gracias a los sistemas de corte robotizados— completamente distintas, posibilidad que abre las puertas a una nueva artesanía digital.

A estas nuevas prestaciones de la piedra se suman, por supuesto, las virtudes que el material siempre ha tenido —infinidad de colores y texturas, hapticidad y sensación de peso, capacidad para evocar las cualidades del lugar y los paisajes— y las que hoy se buscan en los materiales sostenibles, sobre todo su origen natural y su larga, casi eterna, duración.

Arquitectura Viva presenta algunas de las nuevas posibilidades del material a través de cuatro ejemplos: las viviendas Lagasca 99 en Madrid, de Rafael de La-Hoz, con su fachada de grandes lamas pétreas; el Centro de Deportes Alpinos en Schruns (Austria), de Bernardo Bader, revestido con una trama de piedra local; el Museo de Arnsberg (Alemania), de Bez+Kock Architekten, con su fachada rigurosamente modulada; y el Centro Arca de Diseño en Guadalajara (México), de Héctor Esrawe, cuya envoltura juega con las plásticas vetas de la piedra. 


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