1932-2018
El que tal vez haya sido uno de los últimos grandes intelectuales franceses, Paul Virilio, falleció el 10 de septiembre a los 86 años. Marcado por la destrucción que sufrió su región natal, la Bretaña, después del Desembarco de Normandía («la guerra fue mi universidad», llegó decir), Virilio tuvo una formación a medias reglada y a medias autodidacta. Se graduó en la parisina École des Métiers d’Art, trabajó junto a Henri Matisse en la renovación de las vidrieras de París y, luego de participar como recluta en la guerra de independencia de Argelia, estudió fenomenología con Merleau-Ponty, hecho que marcó su trayectoria posterior como filósofo y urbanista. Como filósofo fue un autor prolífico que estudió con agudeza algunos de los fenómenos de la vida contemporánea, como la guerra, la velocidad y la digitalización. Como urbanista y arquitecto outsider hizo pareja con Claude Parent, con quien elaboró la llamada ‘función oblicua’ para renovar el organicismo de los años 1960 con un lenguaje que, inspirándose en los búnqueres, anticipó la deconstrucción. Director de la Escuela Especial de Arquitectura de París, Virilio fue capaz de llegar al gran público, al que sedujo con su pensamiento riguroso y a un tiempo visionario.