Hay en Tenerife dos jóvenes singulares que creen que Gutenberg es el rey y que mantienen viva la imprenta.
Como si se agarraran como una lapa de tinta a su derecho a revivir, los viejos tipos resisten en algunos templos donde la tipografía es el último suspiro de los que alguna vez pensaron que Gutenberg era insuperable. Entre esos forzados están en Tenerife dos individuos singulares que vienen de territorios marcados por la historia de la imprenta, Mathias Beck, alemán, y Lars Amundsen, noruego. No son monjes de clausura, son jóvenes diseñadores, dan clases de su oficio, y ya tienen entre sus alumnos clientela como para imaginar que quizá los tipos que también amaba Julián Rodríguez no son la primera impresión del cartel de Lo que el viento se llevó...
[+]