El 30 de mayo, días después de que la bienal veneciana de arquitectura arrancase por decimoctava vez, Paolo Portoghesi, quien fuese su primer director, fallecía a los 92 años. Acaso por haberse criado en el corazón de la Roma barroca, el arquitecto siempre encontró inspiración en las obras de Borromini y sus contemporáneos, de las que supo extraer lecciones proyectuales compatibles con su formación racionalista. Con esa lectura operativa del pasado —también hilo conductor de la mostra que organizó en 1980 en torno a la mítica Strada Novissima— acabó convirtiéndose en un influyente teórico y el principal exponente del posmodernismo en Italia.