Nuevas viviendas colectivas en Francia

Utopías viables

31/10/2019


Lacaton Vassal, Transformación de 530 viviendas, Burdeos

Es difícil encontrar un país donde el programa moderno de reforma e higienización social a través de la vivienda haya sido tan fuerte como en Francia. En la década de 1920, Le Corbusier recordó que la arquitectura podía ser una herramienta extraordinaria de control social —¡Arquitectura o Revolución!—, y después de la II Guerra Mundial las necesidades urgentes de reconstrucción en muchas ciudades del país, unidas al apremio de alojar a los cientos de miles de trabajadores que habían emigrado a las grandes ciudades —sobre todo, al área metropolitana de París—, dieron pie a uno de los programas de urbanización y vivienda social más ambiciosos de Europa. Un programa que, sin embargo, el tiempo demostró en buena parte equivocado, al sostenerse en el principio sacrosanto y ominoso de la zonificación.

El resultado de ello no fue tanto la zonificación funcional cuanto la segregación social o esa franca guetización que, ya en la década de 1980, comenzó a aflorar como lo que en verdad era: un gran problema. En este sentido, el lector que hoy sabe de los ‘chalecos amarillos’ recordará las revueltas sociales que se produjeron antes en las banlieues, esas ciudades zonificadas y segregadas donde la anomia crece sobre inmensos edificios-colmena.

Con estas premisas, parece lógico que tanto las Administraciones francesas como los promotores privados no quieran repetir los errores del pasado, aunque —con muy buen criterio— esto no suponga una renuncia a la necesaria densidad urbana. Así, donde antaño la zonificación y la especialización regían el diseño, ahora se busca la integración en el continuo urbano —la ciudad es para todos—, al tiempo que los nuevos bloques residenciales no renuncian a dotarse de una imagen característica, muchas veces poderosa, que ayude a que la ciudad reconozca al edificio como algo propio, y que ayude también —y esto es quizá más importante— a que el usuario se identifique con el lugar en el que vive. A ello se suma la hoy ineludible exigencia de ‘sostenibilidad’, que, en los mejores casos, da pie a viviendas diseñadas con tino bioclimático y construidas con cuidado medioambiental.

Densidad, sentido urbano, imagen característica y sostenibilidad son, pues, las características de los mejores ejemplos de la vivienda reciente en Francia, de los cuales se han seleccionado cuatro en este dossier: la torre L’arbre blanc en Montpellier, de Sou Fujimoto, definida por su efectista pero eficaz despliegue de balcones volados; el edificio de 170 viviendas y espacios comerciales en el nuevo barrio de Batignolles en París, de Aires Mateus y AAVP, un inmueble caracterizado por los ritmos variables de su estructura; las viviendas en Clichy-Batignolles, también en París, de MAD Architects, la primera obra del estudio chino en Europa, cuyos balcones curvos buscan las vistas de la Torre Eiffel; y el edificio Ycone en Lyon, de Jean Nouvel, envuelto por una poética filigrana bioclimática. 



Etiquetas incluidas: