Materia de futuro

Cuatro edificios de madera en Europa

Materia de futuro

Cuatro edificios de madera en Europa

01/09/2023


De Zwarte Hond, SuperHub Meerstad, Groninga (Países Bajos)

Es muy probable que la madera fuera el primer material de las habitaciones humanas. Fácil de obtener y manipular, muy resistente y susceptible de componer conjuntos a partir de la suma de elementos pequeños, la madera fue durante milenios el sostén de la cabañas, de los puentes y de los templos, y su uso no quedó comprometido ni siquiera cuando algunas civilizaciones, por mor de la busca de una arquitectura imperecedera, comenzaron a construir sus mejores edificios con piedra, pues la madera siguió siendo un material indispensable en las cubiertas, las carpinterías, los revestimientos y en buena medida los forjados. La generalización del uso del acero tampoco amenazó al viejo material: de hecho, el siglo xix fue acaso la edad de oro de la madera, pues la invención del clavo industrial permitió aprovechar al máximo las propiedades de este elemento, como demuestra el extraordinario desarrollo que durante aquel período llegaron a tener las estructuras de balloon frame y sus muchas variantes.

Solo la llegada del hormigón armado y las exigencias, muchas veces mal planteadas, de las nuevas normativas contra incendios, unidas a la influencia de la ideología moderna —que consideró la madera un residuo del pasado—, consiguieron abocar al material a la condición subsidiaria de simple revestimiento que tuvo que durante la segunda mitad del siglo XX.

Sin embargo, hacia 1960 las cosas comenzaron a cambiar. La industrialización de la madera —contrachapado, laminación—, junto con la irrupción de la sensibilidad fenomenológica por lo cálido y natural, hicieron posible que el material fuera visto con nuevos ojos. Con todo, la recuperación de la madera como material arquitectónico completo —es decir, también estructural— no habría sido posible sin el desarrollo de los sistemas de contralaminación y sin las exigencias del paradigma medioambiental, que casi de la noche a la mañana han hecho que la madera deje de ser un material del pasado para convertirse en el material por antonomasia del futuro.

Aunque números anteriores véase (Arquitectura Viva 217, 190, 174, 159, 137) han ido ya dando cuenta de la recuperación de la madera, esta revista no puede sino seguir prestando atención a los nuevos usos de este material, y en esta ocasión lo hace por medio de un dossier que recoge cuatro proyectos en Europa: el centro marítimo de Esbjerg (Dinamarca), de Snøhetta y WERK Arkitekter, compuesto por un zócalo estereotómico de hormigón y un cuerpo tectónico de madera; la entrada del Museo al Aire Libre Glentleiten en Großweil (Alemania), de Florian Nagler, que resuena por forma y textura con los galpones rurales de su entorno; la sede de la Caisse d’Epargne Bourgogne-Franche Comté en Dijon (Francia), de GRAAM architecture, ejemplo de una suerte de high-tech lígneo; y el Centro Comunitario Trinitat Vella en Barcelona, de Haz Arquitectura, donde la madera se convierte en protagonista estético y medioambiental.

Olsson Lyckefors, Pabellón en Kärdla (Estonia)



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