La construcción en Londres (2008) de un edificio de 8 plantas con piezas contralaminadas fue un hito importante en la lenta recuperación de la madera como material constructivo de uso extendido. Al ejemplo de Londres le sucedieron otras experiencias semejantes, con el colofón del edificio Forté, situado en Melbourne, que con sus 9 alturas es hasta el momento el más alto construido con madera. En España acaba de terminarse un bloque de viviendas de 6 alturas, situado en el casco histórico de Lérida, y en cuya construcción se han empleado piezas macizas de madera contralaminada (véase Arquitectura Viva 143) fabricadas por la empresa austríaca KLH. El aspecto más crítico del diseño estructural del edificio y principal desventaja de los sistemas de madera —el desplazamiento lateral— se ha resuelto confiando la rigidez del conjunto al efecto combinado de las medianerías y los núcleos de ascensores, formados por piezas macizas conectadas entre sí mediante forjados de carácter monolítico.