Marsella: Unité dHabitation, una geografía

Tim Benton 
01/01/2015


Cuando se construyó frente al perfil ondulado de las colinas de Marsella, la Unité d’Habitation (1947-52) de Le Corbusier se erigía alta y erguida entre un conjunto de casas suburbanas y apartamentos de baja altura. La decidida verticalidad de este bloque residencial, ubicado en una de las avenidas que parten de la ciudad en dirección al macizo de las Calanques —un conjunto de bahías acantiladas ahora catalogado como Parque Nacional—, recuerda uno de los tropos usados comúnmente para describir la relación entre el ser humano y la naturaleza: la oposición entre lo vertical y lo horizontal. En una conferencia transcrita en 1928, ‘Une maison, un palais’, Le Corbusier destacó esta dualidad: «La Palisse fue quien explicó que el ojo sólo es capaz de medir lo que puede ver. No ve el caos o, más bien, apenas ve cosas en un entorno caótico o confuso. Inmediatamente, captura las formas. Nos quedamos paralizados, fascinados por medir y evaluar este fenómeno geométrico: rocas erigidas como menhires, la horizontal absoluta del mar, las playas serpenteantes. Y la magia de las relaciones nos transporta al terreno de los sueños.»

Le Corbusier ilustró este fragmento con fotografías de la costa bretona y un enclave alpino. Unos años más tarde fotografió un paisaje de Bretaña que daba cuenta precisamente de esta sensación. Una reflexión similar tuvo lugar en la conferencia de Buenos Aires, ‘Arquitectura en todo, urbanismo en todo’, en la que el arquitecto analizó directamente el caso del Partenón. «La naturaleza es una fuerza que debe ser gestionada y contenida», explicó, «como ocurre en los templos clásicos de la Acrópolis, que dominan el paisaje»...


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