Los ‘cholets’, las casas de la nueva burguesía boliviana
Los coloridos edificios cuyo nombre mezcla las palabras cholo y chalet son el símbolo de la identidad aymara.
A Rene Calisai la pregunta le pilla por sorpresa: “¿Que dónde está el baño? La verdad es que ya no sé dónde está”. El hombre se rasca la cabeza y ríe nervioso. Calisai, un empresario de 56 años con una mata de pelo negro sobre la cabeza por la que mataría la mitad de la humanidad, se ha despistado en su propia casa, un edificio de cinco alturas de colores chillones. Los salones están decorados con vidrieras hasta el techo y lámparas de araña. Los inmuebles como el suyo se conocen como cholets, símbolo de una nueva burguesía indígena surgida durante la última década en Bolivia. “Creo que detrás de esa columna hay uno”, recuerda de repente el anfitrión. En efecto ahí se encuentra, en un espacio de unos 30 metros cuadrados, con cuatro retretes y cuatro lavamanos. Los cholets invitan continuamente al asombro.
Sus dueños son comerciantes adinerados que llegaron a El Alto, una ciudad a más de 4.000 metros junto a La Paz, en los años setenta y ochenta. Venían de provincias donde el campo y la minería les hacía pasar hambre. Aquí iniciaron una vida modesta en terrenos polvorientos, como ciudades dormitorio. Pronto se encontraron con el desprecio de los capitalinos. A las cholas, las mujeres indígenas que visten con sombrero de bombín y largas faldas coloridas, no las dejaban entrar en los hoteles o los cines. Si abordaban un avión, algo insólito, las aerolíneas las obligaban a ponerse pantalones. Con el tiempo encontraron su sitio en el comercio, un arte que practican desde hace siglos.
El inventor de este estilo nada ortodoxo es Freddy Mamani, un arquitecto de origen humilde cuyo padre era albañil. Los cholets no están en barrios exclusivos, porque no los hay en El Alto, de 950.000 habitantes. Se levantan junto a casas modestas, vertederos, descampados...
El País: Los ‘cholets’, las casas de la nueva burguesía boliviana