La vida del fundador de la Bauhaus
Walter Gropius (Berlín, 1883-Boston, 1969) siempre ha dado la sensación de ser el miembro más gris de la Bauhaus. Mies van der Rohe tenía su rascacielos color whisky y sus mármoles simétricos, y Marcel Breuer sus aleteantes tejados de mariposa y las sillas voladizas de mimbre que no faltan en el comedor de ningún arquitecto. Los rasgos distintivos de los diseños de Gropius son más insulsos –tejados planos, esquinas de vidrio–, y han quedado absorbidos en el repertorio general de la iconografía moderna. Incluso su único intento acabado de levantar un rascacielos que llevase su marca –la torre Pan Am de Manhattan– es difícil que levante pasiones.
Fiona MacCarthy (1940), autora de libros sobre lord Byron y William Morris, reconoce el problema de imagen en el prólogo a Walter Gropius. “Uno de los mitos, y no el menor, con el que he tenido que lidiar al escribir su vida es la idea de que Gropius era doctrinario y aburrido”, afirma la autora, que culpa de esta caracterización a ¿Quién teme al Bauhaus feroz?, de Tom Wolfe, y a la autobiografía de Alma Mahler, primera esposa de Gropius. MacCarthy tiene una percepción diferente. “Lo considero una persona heroica en muchos sentidos, un romántico y un optimista, un gran superviviente”, describe. No solo eso: “Sexualmente, no era ni mucho menos despreciable”... [+]