
El mundo antiguo nos nutre con historias o con mitos, y dos libros recientes nos ofrecen este alimento espiritual en bocados fáciles de digerir. David Hernández de la Fuente, catedrático de filología griega en la Universidad Complutense, cuya Pequeña historia mítica de España se reseñó en Arquitectura Viva 268, nos ofrece ahora 100 fragmentos del mundo clásico, que explora el tránsito del mito a la historia. Por su parte, los historiadores hispanoalemanes Marianne Häuptle-Barceló y Pedro Barceló publican, evocando la obra clásica de Stefan Zweig, Momentos singulares de la Antigüedad, treinta y cinco episodios «trágicos, divertidos y grotescos» de la historia grecorromana que, discriminando verdad y ficción, «procuran deslindar lo mítico, lo apócrifo y lo legendario de lo histórico», para decirlo con palabras de quien prologa el volumen, el propio Hernández de la Fuente.
Los cien fragmentos del helenista se presentan divididos en tres secciones: cincuenta y cinco mitos de la historia, que se extienden desde Akenatón en el siglo XIV a.C. hasta las sectas restauracionistas y la fundación de los mormones en el siglo XIX; cuatro septenarios míticos, que incluyen siete ciudades, siete avances de la arqueología, siete gobernantes y siete filosofías; y diecisiete miradas contemporáneas al mito y al mundo clásico, desde los orígenes del pensamiento de Grecia y la India hasta David Bowie o los superhéroes del cómic. Este centenar de píldoras literarias, que facilitan la lectura episódica, muestran el interés de su autor por diferenciar la Historia con mayúsculas y su relato presidido por el logos, de las historias con minúscula, que rozan el discurso en torno al mythos, tantas veces usado como un arma de propaganda política. Hernández de la Fuente es agudamente consciente de esta polaridad, que ya en tiempos clásicos cristalizó en la oposición entre el modelo creativo y mítico de Heródoto, y la visión crítica y racionalista de Tucídides, pero muestra una cierta debilidad por los elementos legendarios recogidos por la tradición y por las anécdotas y digresiones de Heródoto, porque a fin de cuentas tanto la historia como el mito se levantan sobre la memoria. Sus miniaturas construyen así un panorama general donde las piezas procedentes de investigaciones singulares actúan al cabo como «teselas de un gran mosaico».
Por su parte, los treinta y cinco episodios de los historiadores se inician con las epopeyas homéricas y llegan hasta las polémicas teológicas en la Constantinopla cristiana del siglo v. Entre esos dos extremos cronológicos, Pericles, Lisístrata, Sócrates, Alejandro Magno, Arquímedes, Catón, Mesalina, Claudio, Nerón, Agripina, Zenobia, Diocleciano o Juliano se unen a una extensa nómina de personajes secundarios para componer un fresco extraordinario del mundo grecorromano. La llamada Antigüedad clásica, base convencional de las humanidades, se recorre aquí desde la Grecia arcaica hasta la Edad Media bizantina, con un especial empeño en dotar de colorido al relato a través de los detalles particulares y las anécdotas pintorescas, que incluyen lo recogido por la tradición oral y popular, de manera que también en esta colección de relatos la historia se combina inextricablemente con el mito, porque la reminiscencia colectiva se reconoce como memoria cultural de la humanidad. Si Zweig quiso apresar en los catorce esbozos narrativos de Momentos estelares de la humanidad los puntos de inflexión de la historia, los cien fragmentos de Hernández de la Fuente y los treinta y cinco momentos singulares de los Barceló ofrecen sendos retratos pixelados del ‘juvenil mundo antiguo’ que nos lo hacen tan próximo como fascinante.