«Miro de soslayo, cuando brazo y mano gesticulan y se desplazan llenando de trazos la superficie blanca. No copio ni pienso nada preciso, asisto al espectáculo de esta danza decidida y ocasional». Con esta visión radical y orgánica, Javier Seguí liberó la enseñanza del dibujo de su caduco enfoque academicista y transmitió a distintas generaciones de estudiantes de la Escuela de Arquitectura de Madrid su forma de pensar con el lápiz. Fallecido el 4 de febrero, Seguí fue arquitecto, psicólogo y también un artista plástico con un papel destacado en el grupo que se conformó en torno al Centro de Cálculo de la Universidad Complutense, pionera experiencia de creación artística a la que también trasladó sus denodadas investigaciones sobre la expresión gráfica.