Cuatro obras recientes cartografían la economía política de la globalización y los espacios de control y conflicto en el mundo contemporáneo, suministrando herramientas analíticas para la crítica académica y el activismo social. Una socióloga y una politóloga que escriben desde Columbia y Berkeley y un economista y un filósofo que lo hacen desde Londres y Berlín amojonan el territorio de debate con cuatro obras lúcidas y combativas.
Saskia Sassen aborda en su último trabajo lo que llama ‘la nueva lógica de la expulsión’, un rasgo que a su juicio define el capitalismo global de las dos últimas décadas mejor que la mera desigualdad: la expulsión de trabajadores y parados de los subsididios sociales y la cobertura sanitaria, la de familias de sus viviendas por los desahucios, la de agricultores y aldeas de las extensiones de tierra adquiridas por países extranjeros, e incluso la expulsión de la vida por las técnicas de fractura hidráulica. Un relato apasionado, y abundantemente apuntalado con documentación estadística, pero que defrauda respecto a sus ambiciones teóricas, incapaces de hilvanar lo que une episodios tan heteróclitos.
Más convincente es el libro de Wendy Brown, que explora la proliferación planetaria de muros —de Israel a Estados Unidos, pasando por las vallas de Ceuta y Melilla— un cuarto de siglo después de la caída del muro de Berlín, y llega a la conclusión de que su importancia no reside tanto en su dudosa eficiencia como en su ostentosa visibilidad, que teatraliza la soberanía en declive de los actuales Estados-nación. Deudora del pensamiento de Schmitt y Foucault, la obra es una ejemplar contribución al debate sobre el nuevo ‘orden mundial’.
Ese nuevo orden ha generado, en opinión de Guy Standing, una nueva clase social a la que se niegan todo tipo de derechos, caracterizada por la inseguridad, y a la que llama ‘precariado’. Citando a Marshall, que ya en 1950 escribió que los derechos civiles fueron el logro del siglo XVII, los culturales el del siglo XVIII, los políticos el del siglo XIX y los sociales el del siglo XX, Standing propone que los económicos sean el logro propio del siglo XXI, y para ello redacta una carta de derechos del precariado admirablemente argumentada, que podría ser el germen de un nuevo contrato social.
También crítico con las técnicas de poder del capitalismo neoliberal es Byung-Chul Han, que en su última obra explica de qué forma la psicopolítica ha reemplazado el poder opresor por el seductor, un sistema de dominio donde el sometido no es consciente de su sometimiento. La democracia de espectadores y la devoción de lo digital han creado ‘el capitalismo de me gusta’, y la hipercomunicación entre sujetos que se creen libres han alumbrado ese genuino Big Brother que es el Big Data, ante el cual quizá la única resistencia posible sea la del ‘idiota’ desligado, desconectado y desinformado: un libro deslumbrante que merece leerse con un lápiz en la mano.