
Durante siglos, la norma constructiva global, por ser la respuesta lógica a la disponibilidad material, ha sido la tierra. La industrialización provocó que este sistema cediera terreno frente al hormigón y el acero, pero con la crisis climática, ha vuelto como una firme —aunque aún no tan extendida— alternativa. Este resurgir ha propiciado la colaboración entre la arquitecta alemana Anna Heringer (1977) y el experto en tierra compactada Martin Rauch (1958), que acumulan años de producción arquitectónica contemporánea sin utilizar grandes cantidades de recursos y energía...[+]