© Michele Nastasi

Con la pasión por el diseño que solo un milanés puede tener, Italo Rota vivió entregado a la creación de cuanto le encargasen, fuesen muebles, libros, pabellones o museos; y con igual fruición reunió una prodigiosa Wunderkammer repleta de objetos con los que luego montaba exposiciones deslumbrantes. Por eso la Triennale, buque insignia del design italiano, encabezó los homenajes tras su muerte en 2024, albergando la capilla ardiente; y este año otra gran institución cultural del país, la Biennale veneciana, ha decidido poner el broche a su trayectoria con un León de Oro a título póstumo. El comisario Carlo Ratti celebra así la transversalidad de la que presume su muestra, y de paso premia a un amigo querido: un gesto parcial que arroja dudas sobre si una figura tan local era la idónea para un galardón de tanta proyección, pero que no desmerece el talento de uno de los últimos maestros de la capitale del gusto.