¿Cabría sintetizar la arquitectura en Asturias desde el inicio de la modernidad en España hasta el final del franquismo mediante un mínimo de personajes representativos? Pienso que sí, y que la injusticia así cometida quedará compensada al comprobar que los nombres que se ahorran podrán reflejarse en el espejo que los personajes elegidos constituyen. 

Los personajes en cuestión serían cuatro, uno de ellos doble. El doble es el primero de todos y representa el paso del ejercicio ecléctico al moderno: Manuel y Juan Manuel del Busto, padre e hijo, y cara bifronte de una práctica numerosa y brillante, ecléctica y no exenta de contradicciones, de idas adelante y vueltas atrás, representando así la realidad nacional. Manuel, el padre (1874-1948), nació en La Habana y vino a España para estudiar arquitectura en la Escuela de Madrid (se tituló en 1898) donde fue compañero de Antonio Palacios, relación que nos lo sitúa arquitectónicamente con bastante precisión. Ganó el concurso para construir el Centro Asturiano de La Habana, uno de los edificios mejores del de­sarrollo moderno de la capital cubana, y el prestigio logrado con ello le valió el llegar a ser en Asturias el arquitecto más importante de chalets para indianos en los 35 primeros años del siglo XX. Las casas para los indianos eran de arquitectura historicista, generalmente de muy notable calidad. En Cuba, Manuel se relacionó con la arquitectura estadounidense. 

Pero el personaje que nos interesa no se completa del todo, por doble, hasta que el padre empieza a colaborar con su hijo Juan Manuel (Gijón, 1905-1967, titulado también en Madrid, en 1929), con un pacto que tuvo en el final del modernismo y, sobre todo, en el Art Dèco, el acuerdo más importante entre ambos. Este acuerdo puede darse por cerrado con la refinada producción ovetense llamada la Casa Blanca (1929), en la calle de Uría. Pero se completó durante mucho tiempo y con muchas obras en el mejor Art Dèco de la región; un Art Dèco a la americana, único en España, y que produjo abundantes obras urbanas en Oviedo y en Gijón. Fueron éstas las primeras y más importantes imágenes modernas de las ciudades asturianas, y la práctica llegó hasta el racionalismo expresionista; un modo de hacer mucho más común en España. Siguen a este par de personajes otros semejantes, aunque no tan singulares ni tan expresivos de su tiempo. 

Después de la guerra, los Del Busto tuvieron que desenterrar el eclecticismo de Manuel para cumplir con las consignas franquistas. Juan Manuel recuperó luego la modernidad, que ejerció hasta los años sesenta...