Tres exposiciones en Austria durante este año reivindican la figura de una figura multidisciplinar, vanguardista y experimental, deportada por los nazis al campo de exterminio.
Sabemos que detrás de los alegres y coloridos dibujos de los niños del campo de concentración de Terezín, a 60 kilómetros de Praga, estaba la mano de la profesora Friedl Dicker-Brandeis. Su estrategia pedagógica y su fórmula para distraer a los críos de la opresiva realidad del gueto, antesala de los campos de exterminio nazis. Lo que no sabíamos tan bien era quién estaba detrás de la profesora: una mujer judía nacida en Viena en 1898, artista multidisciplinar de la Bauhaus, pintora de las vanguardias, pedagoga experimental, diseñadora de interiores de salones aristocráticos, carismática falsificadora de pasaportes, cartelista comprometida con el ideario antifascista y el feminismo...