El género del espacio

El hogar vernáculo

El género del espacio

El hogar vernáculo

Ivan Illich 
01/01/1987


Precisamente por hallarse muy próximo al terreno de lo mítico —o más bien, a ese vasto dominio que explora la antropología— el concepto de hogar no puede ser despojado de su caracterización sexual sin verse desvirtuado. Partiendo de la base de que un espacio sin género es forzosamente un espacio sexista, Ivan Illich define la vivienda, tal como esta se produce en el mundo urbano, como un lugar que contradice de manera específica la propia esencia de lo femenino.

Contra lo que podría pensarse, el tema principal de la historia —la unidad social básica— no es la gente, sino la domus. La casa, a un tiempo edificio y familia, liga al hombre y la mujer a sus posesiones que, a su vez, relacionan a uno y otra entre sí. A partir de unas largas entrevistas entre el juez y los campesinos del Montaillou, mantenidas a finales del siglo XII, se deduce que estos, a diferencia del campesino post-medieval típicamente europeo, no están obsesionados por la tierra y su ocupación; es la domus lo que cuenta, incluso más que una esposa o un hijo. No es la familia, sino la domus, la que es autosuficiente y autárquica; se reproduce a sí misma en su descendencia. Aquí, en Montaillou, la mujer de la casa está a cargo del fuego, de la cocina, del jardín, del alimento o de los animales y del suministro del agua. El hombre cuida de los campos, los bosques y el ganado, recibiendo en ocasiones ayuda de alguna mujer perteneciente a la domus o alquilada en alguna otra parte. La vida material se crea en el hogar —el principio activo fundamental— a través de sus hombres y mujeres…[+]


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