Libros 

Dibujo y construcción

Luis Moya

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Dibujo y construcción

Luis Moya

Jorge Sainz 
30/04/1994


Era capaz de dibujar con cualquiera de las manos. Fue alumno, profesor y director de la Escuela de Arquitectura de Madrid, redactor jefe de la revista Arquitectura y miembro de la Academia de Bellas Artes de San Femando. Escribió un tratado sobre Bóvedas tabicadas, construyó algunos edificios hoy bastante olvidados (como el Museo de América y la iglesia de San Agustín en Madrid, y la Universidad Laboral de Gijón) y, tras su jubilación, siguió enseñando en la Escuela de Pamplona. Luis Moya ha sido sin duda uno de los personajes más interesantes y versátiles de la arquitectura española del siglo XX.

Su fervor clasicista, sus afinidades con la cultura franquista (durante la Guerra Civil dibujó su famoso 'Sueño arquitectónico para una exaltación nacional', y más tarde ganó el concurso para el Valle de los Caídos) y su enfrentamiento con los ideales del Movimiento Moderno hicieron de él una figura contestada en los años setenta y luego reivindicada en los ochenta (véase el libro de Antón Capitel La arquitectura de Luis Moya, COAM, Madrid, 1982). Pero por encima de su adscripción ideológica y de sus planteamientos arquitectónicos, Moya fue siempre una persona admirada y respetada como profesor y humanista.

Tras su fallecimiento en 1990, su viuda legó a la Escuela de Madrid una serie de documentos —fundamentalmente dibujos y proyectos— para completar el archivo que el propio arquitecto ya había donado en vida. Entre ellos está el cuaderno de apuntes de construcción que ahora el Instituto Juan de Herrera ha publicado en versión facsímil en una edición preparada por Javier García-Gutiérrez Mosteiro. Se trata de la libreta que el Moya alumno fue rellenando con las anotaciones textuales y gráficas de las clases de Construcción Arquitectónica II impartidas por el catedrático Carlos Gato durante el curso 1924-1925.

En la introducción, Mosteiro relata la situación de la Escuela madrileña en los años veinte, las enseñanzas impartidas por el profesor Gato y el contenido del propio cuaderno; todo con una brevedad y una claridad dignas de elogio, que no restan protagonismo alguno a la magnífica colección de croquis y notas.

Visto en retrospectiva, no deja de ser admirable que hace setenta años en las clases de Construcción se emplearan ejemplos arquitectónicos tan magistrales como el Panteón de Roma, la catedral de Amiens o la cúpula de San Pedro. Eran otros tiempos.


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