El arquitecto Óscar Tusquets publica Vivir no es tan divertido, y envejecer, un coñazo, unas inusuales memorias.
El pasado agosto, en el interregno que hubo entre el final del confinamiento y el comienzo de la segunda ola, Oscar Tusquets viajó con su familia al valle del Somme, entre París y Calais. Quería enseñarle a sus hijos el lugar en el que murieron un millón de soldados en la Primera Guerra Mundial. Visitaron esos paisajes donde la hierba ha tapizado los cráteres de los obuses formando una superficie extrañamente ondulada y los distintos memoriales (el canadiense de Vimy, el australiano de Villers-Bretonneux), que luego pintó al óleo. «Después de la pandemia me parecía que había más razón para ir. El primer día de la Batalla del Somme murieron 70.000 británicos. Y no eran unos viejecitos, eran chicos de 19 años. Por poner las cosas un poco en dimensión», explica...