Cómo adaptar la ciudad al calor extremo
Las urbes son más vulnerables a los efectos negativos de las altas temperaturas, que cada vez son más frecuentes por el cambio climático.
La extraordinaria ola de calor que hace unos días golpeó la península Ibérica y las Baleares ha dejado un reguero de temperaturas récord y días sofocantes. Pero también es otro recordatorio de lo que ocurrirá con más frecuencia a partir de ahora debido a un cambio climático que en estos momentos no se puede revertir, aunque sí mitigar. La enorme cantidad de gases de efecto invernadero que ha emitido el ser humano ya permanecerá durante décadas en la atmósfera, con lo que el calentamiento no cederá de momento. “Tenemos que adaptarnos”, recordaba el viernes la Organización Meteorológica Mundial (OMM) al referirse a la “inusualmente temprana e intensa” ola de calor que ha golpeado a Europa.
Esta agencia vinculada a la ONU puso el acento en la peligrosidad de las olas de calor en las ciudades, cuyos habitantes “son particularmente susceptibles debido al llamado efecto de isla de calor urbano que magnifica los impactos en comparación con el campo, donde hay más vegetación”. Un reciente estudio del servicio suizo de meteorología cifraba en seis grados Celsius la diferencia de temperatura entre una ciudad y los entornos rurales. Otros análisis apuntan a diferencias incluso de 10 grados...