Querido Jørn: Tus cien años intimidan. ¿Cómo ‘desearte un feliz cumpleaños’? Estas palabras se pronuncian muchas veces a lo largo de una vida y, si la fórmula funciona es porque liga a un tiempo la conmemoración y los deseos, porque, como quien no quiere la cosa, es capaz de unir en el presente el sentimiento del pasado y la conciencia del futuro: casi una definición de la propia historia.
Tal vez la celebración de tu centenario te haga sonreír. Lo sabes bien: algunos arquitectos, más que otros, tienen la capacidad de mantenerse vivos gracias a los lugares que han regalado a los demás. Hace diez años, cuando se enteraron de tu fallecimiento, mis amigos de Sídney fueron enseguida a la Ópera. Estaban subiendo los escalones que conducen a sus cascarones blancos cuando se dieron cuenta de que también estaban por allí otros amigos, llegados con el mismo propósito que ellos: «pasar una hora mirando esas formas milagrosas», según me contaron. Entre todos los ciudadanos, visitantes y turistas que se pasearon por aquella plataforma al borde del mar ese último día de noviembre, ¿cuántos habían tenido la misma idea?... [+]