El matemático Benoît Mandelbrot, francés nacionalizado americano hace más de medio siglo, murió el 15 de octubre en Cambridge, Massachusetts. Nacido en Varsovia en noviembre de 1924, en el seno de una familia judía de origen lituano, cuando contaba once años, su familia se trasladó a Francia para reunirse con un tío matemático, Szolem Mandelbrot (1899-1983), que por entonces daba clase en la ciudad de Clermont-Ferrand y que más adelante ocuparía una cátedra en el Collège de France. Su tío había dejado Polonia en 1920 «porque no soportaba el ambiente de los matemáticos de allá», y solía repetir a su sobrino que «uno puede emigrar por razones de todo tipo».
Benoît Mandelbrot inventó en 1975 los fractales, unos objetos matemáticos que fundamentaba en ‘piezas sueltas’ recuperadas de numerosos autores anteriores. El término fractal deriva del latín fractus, que significa quebrado o fracturado. Se trata de objetos matemáticos, o más precisamente, geométricos, que mantienen la misma apariencia a diferentes escalas, y que recuerdan fenómenos naturales diversos. «Una nueva geometría de la naturaleza», en palabras suyas. Los fractales conocieron un gran éxito, especialmente entre colectivos ajenos al ámbito de las matemáticas —como el de los arquitectosù, así como dentro de una corriente de interés más amplia que giraba en torno a la idea del caos...